El tiempo no pasa sin dejar huellas
Nuevamente nuestra Comunidad de Paz de San José de Apartadó se ve en la obligación ética y moral de dejar constancia de lo que vivimos y padecemos.
En los últimos días hemos tomado consciencia de que ha transcurrido ya nuestro primer cuarto de siglo como Comunidad de Paz.
Ello nos obliga a echar miradas retrospectivas para comprender las vueltas y encrucijadas de nuestro caminar. Los sobresaltos y los temores no cesan, pero no buscamos solo tranquilidad sino ante todo coherencia y rectitud. Seguimos cercados y amenazados por el paramilitarismo, algo que cada vez se revela más evidentemente como fuerza de Estado, con todas las protecciones que es posible imaginar. Actúan a la luz del día, amenazan a todo el mundo y nada temen porque los protege el Estado.
No podemos callar sino hacer que todo esto se conozca.
· Desde las
últimas semanas del mes de febrero de 2022, se ha venido presentando
una fuerte persecución de reconocidos comandantes paramilitares en la zona
contra algunos excombatientes de las antiguas FARC-EP quienes se acogieron a
los acuerdos de paz y ahora son pobladores civiles que trabajan dignamente la
tierra de donde un día salieron para unirse a una guerra en la cual ahora no
quieren continuar. Según las versiones, los paramilitares reconocidos como
alias EL IGUANO, excombatiente del Frente 58 e integrado al paramilitarismo;
alias DEIVIS y alias RENÉ, también excombatientes del Frente 58; de igual forma
alias EL VIEJO y JOHN JAIRO, excombatientes de las FARC-EP, están forzando a
los demás excombatientes que viven en la región para que se integren al
paramilitarismo a la vez que están practicando intensamente el reclutamiento de
menores de la zona. Según informaciones, parte de estos
paramilitares que controlan la zona y que fueron desmovilizados de las FARC-EP,
están siendo beneficiados en el proceso de desmovilización coordinado por el
gobierno nacional y al mismo tiempo se desempeñan como paramilitares activos.
· En
la cuarta semana de febrero de 2022, en el centro poblado de Apartadó, fue abordado por dos reconocidos paramilitares de la zona, un
habitante del corregimiento de San José de Apartadó, y cercano a nuestra
Comunidad. La víctima, fue conducida contra su voluntad por los dos sujetos y
llevada hasta un mando paramilitar regional, el cual la sometió a largos
interrogatorios sobre los movimientos y actividades de los lideres y de la comunidad,
al no encontrar en ella información relevante de su interés sobre la comunidad,
fue puesta en libertad.
· El domingo
27 de febrero de 2022, en la vivienda de familias de nuestra Comunidad
en la vereda Arenas Altas del corregimiento de San José de Apartadó, fueron
hurtados 1 bulto de arroz, una manguera entro otras artículos y alimentos, al
momento que dicha vivienda había quedado sola. Estos hechos se dan en un
contesto bastante preocupante en el que reconocidos paramilitares han venido acercándose a la propiedad con la intención de identificar los bienes de la
comunidad, tal como lo ha dejado de manifiesto el administrador de la propiedad
de el paramilitar alias EL VIEJO en Arenas Altas. Los cuales manifiestan que
planean invadir dicha propiedad comunitaria en Arenas Altas.
· El 2
de marzo de 2022, en horas de la mañana, nuestra Comunidad de Paz
se enteró de la presencia de un grupo de militares acantonados dentro de
nuestra propiedad privada en la finca La Roncona. Nuestra Comunidad se desplazó
hasta el lugar y respetuosamente exigió la retirada de los militares. Unos
minutos después los militares recogieron sus pertenencias y se retiraron del
lugar, no sin antes alegar que desconocían que dicha propiedad perteneciera a
nuestra Comunidad de Paz. Dicha actitud de los militares se da a pesar de los
distintivos y vallas de identificación del predio en mención en areas
plenamente visibles.
· El Jueves
3 de marzo de 2022, hacia las 10:00 horas y por espacio de 20 minutos,
un contingente militar que permanece acantonado en la vereda la Unión del
Corregimiento de San José de Apartadó, supuestamente brindándole protección al
batallón numero 6 de desminado del ejercito que realiza un oscuro y discutido
desminado humanitario, ingresó y rodeó arbitrariamente la vivienda de Arley
Tuberquia, miembro del Consejo Interno de nuestra Comunidad de Paz quien al
momento no se encontraba en la vivienda. Dicha vivienda fue fotografiada
ilegalmente por las tropas militares. Inmediatamente los miembros de
la comunidad allí presentes solicitaron a los uniformados retirasen del lugar,
dejar de fotografiar dicha vivienda además de pedirles borrar el registro fotográfico, en tono de arrogancia e insultos los militares reaccionaron con
enojo profiriendo amenazas y palabras soeces contra la comunidad, manifestando
que se retiraban pero el registro fotográfico no lo borraban. Lentamente
abandonaron el lugar no sin antes fotografiar a la familia, donde además se
encontraba una menor de 6 años. Ya Arley Tuberquia, el pasado 23 de octubre de
2021, en el Departamento de Boyacá, había sido victima de pillaje y
seguimiento, al ser extraída su maleta que contenía documentos relevantes de la
Comunidad en hechos que se configuran y se suman a la lista de los atropellos que
diversas instituciones del Estado vienen impulsando contra nuestro proceso
comunitario.
· El jueves 25
de marzo de 2022, hacia las 7:00 horas, un grupo de integrantes
del batallon numero 6 de desminado humanitario del ejercito, interrumpió en el
asentamiento comunitario en la Aldea de Paz Rigoberto Guzmán, propiedad privada
de nuestra Comunidad de Paz en la vereda la Unión del Corregimiento de San José de Apartadò.
· En
las últimas semanas de marzo de 2022, en el centro urbano de
San José y en algunas de sus veredas, se viene difundiendo el rumor de que los
paramilitares planean ingresar a la Comunidad de Paz con el ropaje de un grupo
de delincuencia común que entra a robar y a matar, de tal modo que no se le
pueda atribuir dicho crimen a las estructuras paramilitares ni a sus vínculos
institucionales y empresariales, sino, como ya es rutina en el país, a “bandas
criminales” o a “grupos armados fuera de la ley”, o a “desconocidos” o a
“delincuentes anónimos”; así la “justicia” tendrá mil excusas para dejar el
hecho en la impunidad, sin mencionar siquiera a los paramilitares.
· Este 23 de marzo de 2022, nuestra
Comunidad de Paz conmemoró 25 años de existencia. Hace 25 años: el
23 de marzo de 1997, con la presencia y acompañamiento del Obispo de
Apartadó, Monseñor TULIO DUQUE GUTIÉRREZ, y de miembros del Parlamento Europeo,
se proclamó en la pequeña escuela de San José de Apartadó, nuestra DECLARACIÓN
PÚBLICA DE COMUNIDAD DE PAZ. Se buscaba que el Estado y todos los actores
armados cesaran en su empeño de querer vincular a la guerra a la población
civil, aunque así lo establecieran los manuales secretos que el Estado ha
venido elaborando desde los años sesenta del siglo XX pero que violan todas las
normas internacionales de los conflictos armados. El Estado prefirió seguir su
ruta criminal y como respuesta a nuestra Declaración, bombardeó 27 de las 32
veredas de San José mientras le daba orden a los paramilitares de visitar todas
las veredas aún pobladas para darles a los pobladores un máximo de 4 días de
plazo para abandonar la región si no querían morir. En el cuarto de siglo
transcurrido hemos contabilizado en nuestro entorno al menos 307 ejecuciones
extrajudiciales. 53 de ellas se dieron en los preámbulos de la fundación de la
Comunidad; 194 en los primeros 21 años de resistencia pacífica, de los cuales
138 eran miembros formales de nuestra Comunidad y 56 del entorno familiar y
social. Las FARC-EP eliminaron en el período a 46 campesinos y campesinas de la
zona, entre quienes se cuentan 18 integrantes de nuestra Comunidad y 28 de
nuestro entorno social. De los 14 restantes tuvimos información precaria a
causa del terror y de los desplazamientos. Pero fuera de las vidas
destruidas, nuestra comunidad sufrió toda clase de violencias y vejámenes que
superan los 1500 crímenes de esos que el derecho internacional ha denominado DE
LESA HUMANIDAD, puesto que hieren no solo a sus víctimas puntuales sino a la
humanidad como tal: desapariciones forzadas, torturas, desplazamientos, ataques
armados indiscriminados, privaciones ilegales de la libertad, montajes
judiciales, desplazamientos forzados, cercos de hambre, empadronamientos
ilegales, ocupación ilegal y criminal de predios privados, quemas de viviendas
y de cultivos, robos y destrucción de animales domésticos, de ganados y
dotaciones de sobrevivencia, abusos sexuales, profanación de cadáveres,
calumnias, difamaciones, estigmatizaciones, falsedad informativa, amenazas,
amordazamiento o intento de impedir toda denuncia mediante acciones de tutela inconstitucionales.
Si bien la Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos Humanos
tomaron casi desde el comienzo medidas cautelares y medidas
provisionales, han pasado las décadas sin que el Estado colombiano
obedezca sus órdenes. También la Corte Constitucional fue convertida en un “rey
de burlas” al ser desacatadas 3 de sus sentencias de fondo y varios de sus
Autos de seguimiento, pero, al parecer, a la Corte no le inquietan los
desacatos y eso explica el horrendo caos que vive Colombia. La Corte Penal
Internacional abrió el expediente sobre nuestra Comunidad de Paz en 2006.
Estamos seguros de que todos los 1500 crímenes denunciados llenan los
requisitos de sistematicidad y gravedad exigidos por el Estatuto de Roma y que
los más de 90 documentos de clamor inatendido a los Jefes de Estado que les
hicimos llegar, revelan la implicación de quienes nuestra Constitución
considera MÁXIMOS RESPONSABLES de esos crímenes, pero, luego de 16 años, el
Fiscal de la Corte consideró que la JEP iba a solucionar todos los problemas de
justicia, incluso los tipificados en el Estatuto de Roma y por ello se
desentendió del Caso Colombia. Ello es imposible porque el Acuerdo de Paz que
dio origen a la JEP sólo permite gozar de esos beneficios judiciales a quien
quiera esclarecer crímenes concretos perpetrados durante el conflicto armado o
en relación con él, pero las agresiones de un armado contra un desarmado nunca
podrán tomarse como acto de un conflicto armado, a no ser con profundas
manipulaciones y perversas intenciones.
Llegamos a los 25 años rodeados de amenazas y arrastrando el peso
doloroso de los 8 métodos de exterminio que el Estado ha ensayado en este
cuarto de siglo contra nosotros: el exterminio físico de
la muerte cruel; el de la estigmatización ideológica,
calificándonos desde la misma Presidencia de la República como “auxiliares de
la guerrilla”; el de la degradación mediática, a
través de medios masivos, medianos y pequeños, tanto de prensa, como de
televisión y de radio; el de la extirpación biológica,
mediante cercos de hambre, matando inclusive a conductores y tenderos para que
no tuviéramos comida ni bebida; el de la criminalización legal,
multiplicando expedientes espurios en el aparato judicial –con falsas pruebas y
falsos testigos- que las mismas altas Cortes se han negado a
re-examinar para que no quede a la luz su vergonzosa podredumbre; el
de la exclusión social, negándole a la Comunidad las
migajas de presupuesto a que le da derecho su aporte forzado (impositivo) al
Estado; el económico o
comercialización del duelo, ofreciendo clandestinamente pagos exiguos por los
muertos, a condición de renunciar a la justicia, aunque implique excluirse de
la Comunidad de Paz.
El 25° aniversario fue un festejo sencillo de un solo día. Nos
acompañaron 5 delegados de servicios diplomáticos en Colombia: Alemania,
Austria, Bélgica, Canadá y Suecia. Al llegar se integraron a una marcha que
partió del predio LA RONCONA, del cual nuestra Comunidad ha extraído gran parte
de su alimentación en estas dos décadas y que ahora, con lecturas perversas de
la “ley de tierras”, se lo quieren arrebatar. Allí los delegados de las
Embajadas realizaron un hermoso gesto de solidaridad sembrando algunos árboles
de alimentos. Luego, en un sitio marcado por la tragedia, donde
llegaron los paramilitares provenientes del caserío de San José, con armas para
asesinar al representante legal de la Comunidad y a otros miembros del Consejo
Interno, el 29 de diciembre de 2017, se leyó la introducción a la Declaración
que fue proclamada hace 25 años. Posteriormente, en el kiosco central de San
Josecito hubo algunas exposiciones sobre nuestra historia y nuestros problemas;
se escucharon mensajes de numerosas comunidades que seguían el acto desde
sitios lejanos; se consumieron las 25 tortas del cumpleaños y se tomó la
fotografía histórica de los presentes. Grupos de teatro, de música y amigos
históricos nos acompañaron, en un día que entra en la memoria de este proyecto
de vida y de resistencia, que no tiene intenciones de rendirse si no es con el
sacrificio de la vida de los que aún persisten, porque están convencidos de que
toda otra alternativa es claudicación de principios que nos han demostrado su
validez y su hermosura.
Con renovada gratitud, después de
nuestras miradas retrospectivas a nuestra historia, saludamos a todos los que
han caminado a nuestro lado, animándonos y apoyándonos sin dejarnos
desfallecer, desde lejanos rincones de Colombia y del mundo. GRACIAS MIL.
Comunidad
de Paz de San José de Apartadó
Abril 01
de 2022